Hola, soy Ángel Olin
Buen día, mi nombre es Ángel Olin. Soy el segundo de dos hermanos. Vengo de una familia cuyo padre y madre se esforzaron mucho desde jóvenes para darnos siempre lo mejor a sus queridos hijos. Mi hermano y yo nunca tuvimos necesidades; quienes las tuvieron fueron mis padres. Ellos preferían abstenerse de lujos o comodidades para conservar esos ahorros para nosotros.
Mi madre es Licenciada en Ciencias Sociales de la ciudad de Junín. Mi padre es Ingeniero Geólogo nacido en la ciudad de Moquegua. Ambos se conocieron en una mina de Arequipa. Hoy tengo la fortuna de tenerlos conmigo y contar con ellos cuando lo requiera.
En consecuencia del esfuerzo de mis padres, considero que siempre hemos ido creciendo de menos a más en cuestión de la economía familiar. Al comienzo vivimos en casa de mis abuelos en el Rímac por algunos años. Posteriormente nací y decidieron que sería conveniente mudarnos a una casita propia en San Juan de Lurigancho. Siguieron pasando los años y ambos seguían trabajando, a veces contrataban a una empleada o familiar para que esté al cuidado de nosotros; posteriormente se hizo menos frecuente pues al ya entrar en secundaria sentían que podían confiar cada vez más en nosotros. Durante esos años, en que ya entraba a la adolescencia, mis papás vieron una buena oportunidad y decidieron comprar un terreno en La Molina para que puedan construir una casa más grande y así poder mudarnos. Es ahí donde actualmente viven.
Mi padre, debido a su profesión, viajaba seguidamente al interior del país y sus viajes demoraban alrededor de un mes. Yo le esperaba con los brazos abiertos. Mi madre, en su lugar, se quedaba al cuidado de nosotros durante esos días que no estaba. Se solía despertar muy temprano y antes de ir a trabajar nos dejaba la comida guardada en termos que abríamos con mi hermano al volver del colegio. Con mi hermano nos organizábamos para un día lavar los platos él y el otro yo. Lo mismo con el control de la televisión: nos turnábamos quién elegiría los programas de TV a la hora del refrigerio.
Mis papás siempre nos aconsejaron que no paremos de aprender; por más pequeño que sea lo aprendido. No hubo unas vacaciones de verano en que no llevásemos un curso vacacional ya sea deportivo, de materia escolar, o ambos. La verdad es que nunca me arrepentiré de esa buena decisión y siempre estuve contento con ello.
Por mi lado llevé la universidad dentro del tercio superior. No fui el mejor estudiante pero traté de esforzarme en algunos cursos más que en otros. Tuve la suerte de encontrar muy buenos amigos ahí, que creo son de gustos similares a los míos. Ninguno de los 3 éramos apegados al licor o a las fiestas, incluso hasta ahora. Producto de ello -para el infortunio de las parejas que cada uno ha conocido- ninguno sabe bailar. Cuando ya estábamos por salir de la universidad nos dedicamos a practicar música rock y hacíamos covers de los Beatles, solo para nosotros. En paralelo abrimos un blog de tecnología y temas digitales que lo supimos llevar hasta que cada uno empezó a trabajar.
Al salir de la universidad y hacer mis prácticas profesionales ingresé a una consultora de software donde desarrollamos soluciones informáticas para áreas de Recursos Humanos. En esta empresa estuve entre 2 a 3 años. Era una empresa pequeña que tenía relaciones con clientes grandes como San Fernando, Southern Copper, Mapfre y otros. Me dio la oportunidad de conocer estas grandes empresas y ver cómo trabajaban en cuestión de procesos y manejo de personal. Posteriormente se me apareció la oportunidad de entrar a una empresa de exploración minera donde actualmente llevo más de 6 años. Aquí tengo la suerte de tener más libertad en cuanto a las decisiones que pueda tomar y conocer más de cerca los procesos de la minería y cómo desde mi área de Tecnología e Informática podemos agregar valor.
Gracias al fruto de estos -a mi parecer- cortos años de trabajo y a la educación financiera que -creo- sin querer me inculcaron mis padres, me han traído muchas alegrías y algunas comodidades de las cuales me siento muy afortunado. Estoy muy agradecido con la vida, el destino y Dios por todo lo que ha puesto en mi camino y de la manera en cómo se me han ido presentando. Soy consciente que tengo algunos privilegios debido a mis condiciones y siento la necesidad de devolver eso en algún momento a mi país y al mundo.
Pienso que todo lo anterior debería pasar por mi mente cada vez que me presento y digo: Hola, soy Ángel Olin.